jueves, 6 de febrero de 2014

Batalla de Barbastro (2 de junio de 1837)

El 2 de junio de 1837 tuvo lugar a las afueras de Barbastro una batalla entre las tropas carlistas y las isabelinas. Cada bando tenía un ejército similar de 12.500 infantes y 1.400 caballos aproximadamente (según Madoz). Ramón Guirao ofrece unos datos más precisos en su artículo sobre la batalla.



En esta ruta de 17 kilómetros transcurre por los escenarios de esta batalla. Se puede consultar y descargar la ruta en wikiloc: Batalla de Barbastro (pinchar vínculo para acceder)

Ruta por el escenario de la batalla de Barbastro, el 2 de junio de 1837

Esta batalla está enmarcada dentro La Primera Guerra Carlista (explicación en wikipedia): 

"Fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los carlistas, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un régimen absolutista, y los isabelinas, defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón, cuyo gobierno fue originalmente absolutista moderado y acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular".

En la batalla de Barbastro, el frente isabelino estaba en las colinas de las Chesas y el carlista en las colinas de Remillón. Duró todo el día. Al no poder avanzar los realistas, retrocedieron por la noche a la retaguardia en Fornillos, Berbegal y Lagunarrota.

Mapa Batalla de Barbastro del 2 de junio de 1837

Se adjunta un mapa del combate basado en el plano del general Oráa que aparece en el artículo sobre la batalla de Ramón Guirao.

Plano de la batalla del General Oráa

A las 8 horas, se juntan las tropas isabelinas en la conjunción de los caminos que vienen de Fornillos y Bebegal hacia Barbastro. A las 11 horas, tras esperar a todas las tropas se establece la formación inicial en las colinas de las chesas.

Primera orden: Ir hacia las alturas inmediatas a Barbastro (Remillón). Oráa ve tropas carlistas que se van camino de Graus y que abandonan la posición del Pueyo, ordenando  así que la brigada de la izquierda ocupe esta posición. La estrategia es llegar a Barbastro por la parte izquierda.
Pero un vivo fuego de los batallones carlistas que vienen de Barbastro ahuyenta a la brigada de centro, e intentan envolver a la columna de la derecha.

Segunda orden: Oráa llega a la zona de combate y se encuentra a los carlistas en vez de a sus tropas. Reorganiza tropas y ordena avanzar a las reservas. Oráa entra en combate para animar, logrando retomar posiciones.
La brigada de la izquierda de Van Halen avanza hacia Barbastro por el camino de Huesca, pero se para al ver que las otras brigadas están paralizadas. Los carlistas rodean a Van Halen. Conrad lo ve desde el Pueyo y envía a la reserva a socorrerlo.

Tercera orden: Oráa, al ver que el ataque ha sido neutralizado y ya no dispone de tropas de reserva, manda un ataque de la caballería ligera para proteger la retirada de la vanguardia. Conrad establece al batallón de la legión extranjera en un olivar donde se da un enfrentamiento con el batallón de legionarios de los carlistas.
Ante el ataque isabelino, los carlistas ceden terreno, pero la legión extranjera huye desordenadamente. Conrad entra en combate para animar a sus tropas pero es tiroteado a muerte. Llega la noche y ambos bandos desisten de los ataques. 

Cuarta orden: Oráa manda la retirada de las tropas al ver que no es posible mantener la posición por falta de agua, comida y posibilidad para vivaquear. Vuelvan a Berbegal, Fornillos y Lagunarrota.

Nota: Este relato es un resumen del artículo de 1995 sobre la batalla de Ramón Guirao, basado en el parte oficial del general Oráa del bando isabelino.

Actualización del plano de la batalla del general Oráa sobre un mapa de 1931

Desgraciadamente, fue una batalla con muchas bajas, sobre todo de las legiones extranjeras de ambos bandos que lucharon a bayoneta entre los mismos olivares que hoy podemos contemplar. Madoz habla de 877 bajas y otros autores lo incrementan a 1.200 en la batalla y 300 en el paso del río Cinca. Ramón Guirao adjunta los partes de la batalla de ambos bandos.


Pascual Madoz lo cuenta así:

"Tal fue el término de la batalla de Barbastro, en la que, a más del brigadier Conrad, murieron 9 oficiales y 68 individuos de tropa, siendo heridos 3 jefes, 33 oficiales y 583 de tropa; contusos 14 oficiales y 30 de tropa; prisioneros 16 de esta última clase. Los carlistas confesaron haber tenido 800 bajas, y ambos ejércitos probaron este día, que eran españoles animados de un mismo valor en tan sangrienta lid, que quedó indecisa la victoria."

Gran parte de la lucha se hizo entre estos olivares

En la siguiente foto aérea vemos marcado en naranja el itinerario. En amarillo se ha marcado el antiguo camino a Berbegal.

Mapa de la ruta de los escenarios de la Batalla de Barbastro

1. Palacio del Marqués de Artasona

Palacio del Marqués de Artasona en Barbastro

Iniciamos la ruta en el Palacio del Marqués de Artasona en Barbastro. Es el palacio de la izquierda en la foto. Actualmente únicamente queda el torreón, en los bajos está la Cafetería El Cortés.

En la ruta Palacio de Claramunt se explica más el Palacio
Don Carlos llegó a Barbastro a las 9 de la noche el día 27 de mayo procedente de Huesca. Se le entregó las llaves de la ciudad hospedándose en el Palacio del Marqués de Artasona. 

Ramón Guirao Larrañaga detalla esta estancia y la batalla en el artículo titulado "UNA ACCION DE LA 1ª GUERRA CARLISTA (1833-1840). LA BATALLA DE BARBASTRO DEL 2 DE JUNIO DE 1837" publicado en la Revista del Centro de Estudios del Somontano de Barbastro de 1995. 

Este autor ha publicado en el 2012 el libro: Las guerras carlistas en el Altoaragón.


2. Convento de las Capuchinas

Convento de las Capuchinas

Del Palacio del Marqués subimos por la calle General Ricardos hasta llegar al Coso. A su final está la Catedral donde Don Carlos iba a misa. Subimos por la avenida Navarra para coger el camino del Pueyo.

Aquí nos encontramos el Convento de las Capuchinas que, como otros conventos de la ciudad tuvieron que acoger a los heridos de la batalla.

Al otro lado del puente de las Capuchinas estaba el Convento de la Trinidad, donde los carlistas tenían un escuadrón, lo mismo que en la Ermita de Santa Barbara. Estaba en un altozano que nos encontramos subiendo a la derecha.

3. Monasterio del Pueyo

Monasterio del Pueyo de Barbastro

Seguimos por el camino al Pueyo, que era el camino por donde vinieron las tropas carlistas. En el Monasterio del Pueyo se establecieron tropas carlistas al comienzo de la batalla.

Nos encontramos tres cruces en el camino hasta que llegaremos al Camino del Pilar que cruza la carretera. El camino viejo está cortado. Seguimos por el borde de un campo de olivos por donde iba

Detalle del paso del camino del Pueyo al del Pilar

4. Campo de batalla

Campo de batalla desde El Pueyo

Desde el altozano del Pueyo podemos contemplar donde tuvo lugar la batalla. De hecho, los carlistas tenían aquí parte de sus tropas. Podemos ver todavía islas de bosques de carrascas. Hace casi 200 años estaría más tupido. Los carlistas utilizaron estos carrascales y olivares para esconderse y engañar a los isabelinos. Pasear por estos caminos entre carrascas y olivares nos permite observar la facilidad para emboscarse.

Pascual Madoz, que estudió en Barbastro, (1845) nos cuenta la disposición de las fuerzas antes de la batalla:

"Esta ciudad fue testigo de la famosa batalla que lleva su nombre, dada el día 2 de junio de 1837, entre las tropas de D. Carlos y las de la Reina Doña Isabel II. Ocupaban éstas, el día anterior, con su cuartel general, a Berbegal, con la división de Navarra, mandada por Conrad , constante de 6 batallones; la tercera división del Norte, y de igual fuerza, acantonaba en Selgua y Fornidos, mandada por Buerens, y una brigada de vanguardia, compuesta de tropas del ejército del Centro , ascendentes a 4 batallones y 3 escuadrones, bajo el mando de Villapadiema, se hallaban en Castejon y Morillo; estando la división de caballería de 11 escuadrones a las órdenes de D. Diego León, también en Berbegal, Selgua y Fortuitos, cuyo total de fuerzas componían sobre 12,500 infantes y 1,400 caballos, con 2 baterías de campana y 1 de montaña. 

Ocupaban los carlistas la dicha ciudad, mandados por el pretendiente, quien tenía en 4 divisiones la infantería: la primera compuesta de los batallones navarros 9 , 10, 12 y el de guías; la segunda de guías alaveses 3 , 4 y 5 ; la tercera del batallón de granaderos de la Guardia Real /del Argelino y del 1 y 2 de Aragón; y la cuarta de los batallones 1, 2, 3, 4 de Castilla: la caballería constaba de l4 escuadrones que mandaba Quílez, formando su total un número casi igual a sus contrarios después de la batalla de Huesca."

Ramón Guirao hace una descripción exhaustiva de las tropas.

5. Campo de batalla

Campo de batalla desde La Valle

El transcurso del camino del Pilar, a través de campos de olivos, almendros, carrascas y cereales nos pone en el mismo escenario donde tuvo lugar la batalla.

Este camino desemboca en el camino de Laluenga. La autovía ha roto el trazado antiguo y es necesario pasar por encima.

6. Torre Sipán

Torre Sipán en las Chesas

Nos desviamos por el antiguo camino que iba de Fornillos al Pueyo hasta que alcanzamos las colinas de las Chesas. Llegamos a la carretera que lleva al vertedero para luego coger una pista que nos lleva a la Torre Sipán.

Situación inicial de las tropas isabelinas

Las tropas isabelinas acometieron la batalla desde las colinas de las Chesas. Ramón Guirao Larrañaga,  incluye un plano donde, como Madoz, también cita las ruinas de la torre de Gracia como lugar donde estaban posicionadas.

Supongo que es el plano que aparece en el libro "Guerra Civil de 1833 a 1840 en Aragón y Valencia: Campañas del General Oráa (1837-1838)" del Teniente General Marqués de San RománRamón Guirao, también, ha publicado en el 2012 el libro "Las guerras carlistas en el Alto Aragón (1833-1875)"

No he encontrado información sobre esta torre de Gracia (creo que podría ser la actual torre Bielsa) y las tropas establecerse en las grandes llanuras de la derecha que se ven en la foto encima de la torre Plana. La autovía parte por la mitad esta zona. En primavera el paisaje es excepcional. Recuerda las planicies de la película Ran de Akiro Kurosawa.

Relato de Pascual Madoz sobre el establecimiento de las tropas isabelinas:

"Al amanecer de dicho día 2, previas instrucciones a los jefes subalternos, empezaron su movimiento de concentración los de Oráa sobre las confluencias de los caminos que conducen a Barbastro por Berbegal y Fornillos, llegando a las 9 de la mañana, y tardó 2 horas más la brigada de vanguardia (aunque estaba más próxima) por demora en racionarse, lo que harto influyó en el éxito de la jornada, preparándose mejor a su defensa los carlistas. 

Dispusiéronse los de la Reina en 2 líneas de a 3 columnas cada una, desde el edificio arruinado que llaman la torre de Gracia en la cordillera de sierras, distante 1 hora de Barbastro. La brigada de vanguardia formaba las 2 columnas de la derecha; la división de Navarra con 6 escuadrones, 1 batería de campaña y otra de montaña formaba las 2 de la izquierda, y la división del Norte con 5 escuadrones, y otra batería de campaña hacían la del centro."

7. Camino de Berbegal

Collado del camino de Berbegal

Siguiendo por las Chesas llegamos al collado del Camino de Berbegal por donde vinieron las tropas isabelinas.

Relato de Pascual Madoz sobre la batalla:

"A las 12 de dicho día emprendieron su marcha las 2 líneas, precedida la primera de tiradores con sus reservas, sostenidas por las compañías de cazadores de sus columnas respectivas, y protegiéndolas en las del centro y la izquierda eI escuadrón ligero. Entre las 2 líneas quedaba el correspondiente claro para en su caso poder sostener la segunda a la primera; y a la cabeza de las columnas que formaban ambas líneas, marchaba la artillería.
La caballería estaba a retaguardia, y en tercera línea el hospital de sangre y equipajes. Al movimiento de las líneas de Oráa desde la cordillera de la Torre de Gracia, permanecieron quietos los carlistas, y ocultando parle de sus fuerzas; lo que presumiendo Oráa, dispuso avanzaran sus columnas hasta que la cabeza de su vanguardia ocupase las cumbres de aquella cordillera, donde subió también dicho general, y observó, que de la dicha ciudad salían tropas y equipaje por el camino de Graus, evacuando la población. 

Mandó entonces continuar el movimiento a sus 2 líneas, hasta que la primera se situase en el lugar que ocupaba la vanguardia. La columna de la izquierda que guiaba Conrad, lo ejecutó , y este observó que los carlistas abandonaban la posición de la ermita del Pueyo, por lo cual se dirigió a ocuparla con 1 batallón, participándolo al general en jefe , el que viendo asegurada la espalda de su línea y poseyendo la llave de la posición, previno al brigadier Conrad variase de dirección sobre la derecha, adelantando el ala izquierda para ponerse más en contacto con las del centro y dirigirse sobre Barbastro por el estribo que deslinda la población.

Mas la columna del centro de la primera línea al tiempo de marchar a la posición que se le había indicado, fue rechazada por el fuego do los carlistas apostados al otro lado del camino, los cuales aprovecharon esta primera ventaja, y sus masas de infantería, sostenidas por la caballería, ocuparon rápidamente el terreno abandonado por las tropas de la Reina, cuyo arrojo carlista hizo titubear a los tiradores de la columna de la derecha, y se replegaron sobre ella desordenadamente. 
Animados los carlistas, amenazaron romper el centro de Oráa, envolviendo su derecha; pero el brigadier Villapadiema, advertido, mandó cargar a los escuadrones del 4º ligero, y este vuela a salvar sus hermanos; no obstante el escuadrón quedó roto, 4 jinetes muertos y 7 caballos, teniendo que retirarse a retaguardia del escuadrón del 6º ligero, que había quedado en reseña, arrastrándole también en su desorden por el mortífero fuego carlista y desventajoso terreno. 

Cuadro inglés de la Batalla de Barbastro

El general de la Reina, mandó avanzar la segunda línea, y que la caballería del centro y de la izquierda cayese sobre los carlistas, mientras él voló a dirigir al sitio de más riesgo por sí mismo la pelea. Esta cambió de aspecto repentinamente. Los escuadrones de cazadores y lanceros de la Guardia, Borbón y Húsares, conducidos por León, contuvieron a los carlistas con sus repetidas cargas y les obligaron a retroceder a sus primitivas posiciones. 
Los batallones del Rey, Infante y segundo de fusileros Aragón, ocuparon la altura de la derecha, haciéndose firmes, a despecho del horroroso fuego que recibían. El regimiento de la Princesa carga con ardor a la bayoneta, se apodera del bosque donde se apoyaban los expedicionarios, y Córdoba y Almansa corren a reforzar el centro. Almansa intentó una carga a la bayoneta, y se detuvo porque vio correr parte de la caballería carlista a forzar el nuevo centro de la Reina, a las cuales escarmentó Zabala con los cazadores y lanceros de la guardia, hasta hacerle desistir de su empeño, y los batallones que cedieron al principio se rehicieron, aunque en estado de poco ardimiento. 

Así se mantuvo la batalla todo el día, mientras en la izq. ocurrían otros sucesos. Aquí, observando Conrad el desorden del centro , mandó un escuadrón del 1º ligero que contuviera a los carlistas que amenazaban envolver su izquierda; los contuvo, si bien con alguna pérdida, y a la vez adelantaba su primera línea, compuesta del 2º regimiento de la Guardia Real de infantería y 1 batallón de África, sostenido por 30 caballos del 1º ligero; conforme a las órdenes que tenía rechazó los expedicionarios, y para sostener en su movimiento retrógrado a estas tropas, que no podían permanecer tan adelantadas, mandó escalonar 4 compañías de la legión auxiliar francesa, pero por la anomalía que produjo la escena del centro, los franceses abandonaron sin motivo sus posiciones. 

Vanos fueron los esfuerzos de sus jefes para contenerlos, y allí en estos críticos momentos pereció Conrad. Apurada era la situación de la izquierda, que con incomparable valentía la atacaron los carlistas; más el 2º  regimiento de la Guardia Real de infantería correspondida la confianza que inspiraban. Dirigidos sus granaderos por el jefe que reemplazó al general en el mando del ejército del centro, contuvieron serenamente el arrojo de los carlistas, imitando este ejemplo los demás cuerpos de Navarra y aun los legionarios, que se rehicieron a su abrigo, retirándose la columna a sus anteriores posiciones protegida por un nutrido fuego de artillería. 

Chesas y El Pueyo vistos desde Fornillos

Restablecido el orden en la derecha y centro hubo ocasión de general ataque en toda la línea , pero Oráa razonadamente no aventuró la sangre de sus soldados; advertía que por un incidente empleó sus reservas desde el principio de la batalla, al paso que los carlistas tenían estas fuerzas intactas, y partió del axioma militar (que la victoria se inclina al último que emplea sus reservas; y así regresó a sus cantones sin incomodarle sus contrarios en la marcha, tanto por su igual descalabro, cuanto por la caballería que cubría la retirada, contra la cual no se atrevían a aventurar los carlistas un ataque."

Ramón Guirao describe la batalla siguiendo el parte oficial del General Oráa. Parece que las tropas isabelinas no pudieron con las carlistas al sorprenderles en los bosques de carrascas y olivos y hacer retroceder a las tropas isabelinas.

Para evitar una derrota, Oráa tuvo que intervenir el mismo en el combate para dirigir y animar a sus tropas. Este caos de batalla acabó en la masacre en los olivares de las legiones extranjeras de ambos bandos.

8. Torre Bielsa

Pozo de la Torre Bielsa

En el collado del camino de Berbegal nos encontramos la Torre Bielsa, que cuenta con dos edificios. El primero que nos encontramos es el pozo.

9. Torre Bielsa

Torre Bielsa y el Pueyo

Siguiendo la cresta de las Chesas nos encontramos el edificio principal de la torre Bielsa que predomina en el horizonte.

10. Torre Plana

Carrascal de la Torre Plana

Dejamos la cresta para bajar por el camino de Fornillos hacia Barbastro. Descendemos por el estupendo carrascal de la Torre Plana para llegar a la carretera del canal, torcer a la izquierda y volver a coger el camino viejo.

Al llegar a la carretera, en vez de seguir por el viejo camino que enlaza con el camino de Berbegal, torcemos a la derecha para llegar al monumento de lo mártires de la guerra civil, que fueron fusilados en este entorno cien años después de la batalla carlista de Barbastro.

11. Hospital de Barbastro

Hospital de Barbastro

Subimos por el trazado de la cabañera que luego comparte el trazado con el camino de Berbegal hasta llegar a Barbastro.

El complejo actual de San Julián (donde está la oficina de turismo) era entonces el Hospital de Barbastro, donde se atendieron los heridos primero de la batalla. Cien años después, el conocido escritor George Orwell también fue atendido en el mismo hospital durante la guerra civil española.

En la batalla carlista también hubo un escritor extranjero. Entre las muertes de legionarios extranjeros estuvo la del poeta romántico irlandés Patrick Wallis, cuya historia se narra en este artículo De Limerick a Barbastro: el duelo Oliver-Wallis


12. Convento de la Merced

Bajando por la avenida de la Merced, nos encontramos las ruinas de Convento de la Merced, que fue utilizado para cuidar también heridos. 

Convento de la Merced

Llegamos a la plaza de la Tallada y giramos a la izquierda para coger la Calle Pablo Sahún donde estaba el Convento de las Claras, que también se utilizó para cuidados de heridos.

Convento de la Claras

Al torcer hacia la calle San Hipólito, vemos el puente del Amparo (entonces llamado de la Misericordia) donde estaba la Casa de la Misericordia, también utilizada por las tropas carlistas.

Casa de la Misericordia

En un cruce la calle San Hipólito está la Calle Conde, donde daban las cuadras del Palacio del Marqués de Artasona. En esta misma calle se encuentra el museo de los mártires Claretianos, cuyo monumento hemos mencionado.

Al final de la calle volvemos al punto de partida a la Cafetería El Cortés, donde estaba el Palacio del Marqués de Artasona.

Don Carlos abandonó la ciudad el 4 de junio a las 5 de la tarde en dirección a la barca para cruzar el río Cinca. En este lugar también hubo unos 500 fallecimientos de las tropas carlistas.

Daniel Vallés Turmo